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Hay cosas que andá a saber por qué las hacemos, me vine por unos meses a Puerto Pirámides y, en un mini-test viajero traje solo lo ultra esencial en la mochila por lo que dejé mi cámara de fotos en Córdoba. Si ahora lo pienso un poco (un poco nomás) no entiendo en qué cuernos puede haber afectado el traer o no la cámara a la hora de armar la mochila, de hecho me sobró montón de espacio por lo que la podría haber traído tranquilamente pero bueno, en fin no la traje. La cosa es que este post podría haber estado acompañado por unas fotasas, no se imaginan las imágenes que uno se encuentra cuando le da duro a la suela de los zapatos; pero no traje la cámara así que se van a tener que conformar con mis dulces palabras y las pocas fotos que saqué el año pasado.
Como un kilómetro antes de llegar al pueblo por la ruta que viene desde Puerto Madryn hay un desvío hacia la derecha que conduce a la lobería, son 5km por una calle de ripio, se puede hacer en auto o caminando (1 hora a pie aproximadamente); durante el trayecto podemos ver la playa de dientes negros, toda la bahía de frente en la que se encuentra Pirámides y con suerte una que otra liebre patagónica dando vueltas. A ¾ del camino hay una especie de parador con baños y algunos puntos de observación, culminando con un mirador hacia el área donde se encuentran los lobos marinos, a unos 150mts hacia abajo. Si bien el auge de los lobos es en Enero-Marzo, cuando están en la época de apareamiento y además nacen las crías, se los puede observar durante todo el año (eso sí, siempre a lo lejos ya que están en la base del acantilado donde está el mirador). Esto es un poco decepcionante, más aún siendo que otros sectores de la costa argentina los tenés al lado tuyo.
Si a mitad de camino de ripio no salimos hacia la derecha a través de las matas, luego de pocos pasos aparecen montones de senderos marcados por la huella de las lluvias bajando hacia el mar, luego de unos 20 minutos caminado por esos senderos se llega a la orilla donde, si hay marea alta, las ballenas van a ser las primeras en saludar encontrándose a pocos pasos de la costa.
Una de las virtudes de esta zona es que los altos acantilados que ahora están a nuestras espaldas detienen al viento, dando una sensación de calma que no abunda en las playas de Pirámides.
En algún momento de la vida, alguien decidió que somos incapaces de caminar por acá sin estropear la naturaleza (salvo las grandes compañías laneras, ellas pueden hacer lo que se le cante en el área nacional protegida de la Península de Valdés) por lo que todo este camino que describo no está permitido, pero mientras no se acerquen demasiado a la zona de apareamiento de los lobos, no hay problema.
Caminando hacia la derecha, luego de sortear algunas bahías se puede ver todo el recorrido terrestre que une el resto de la península con el continente, a primera vista parece todo lo mismo, pero a medida que van pasando las pequeñas bahías el paisaje va cambiando, incluso en algunos cortes hay playas que llegan hasta el mar. Hacia la izquierda se llega hasta la misma lobería pero esta vez estamos bajo el mirador, por lo que los lobos están a no más de unos pasos nuestros. Antes de llegar ya se divisa uno que otro perdido (yo casi me choco uno por estar abriendo la boca).
Desde acá se puede ver al sol ponerse sobre Madryn pero cuidado con volver a oscuras, los senderos que regresan al pueblo son todos parecidos y si le erran (se escribe así?) terminan en el medio del campo, como a 5km de donde deberían ir (me pasó 2 veces).




Como un kilómetro antes de llegar al pueblo por la ruta que viene desde Puerto Madryn hay un desvío hacia la derecha que conduce a la lobería, son 5km por una calle de ripio, se puede hacer en auto o caminando (1 hora a pie aproximadamente); durante el trayecto podemos ver la playa de dientes negros, toda la bahía de frente en la que se encuentra Pirámides y con suerte una que otra liebre patagónica dando vueltas. A ¾ del camino hay una especie de parador con baños y algunos puntos de observación, culminando con un mirador hacia el área donde se encuentran los lobos marinos, a unos 150mts hacia abajo. Si bien el auge de los lobos es en Enero-Marzo, cuando están en la época de apareamiento y además nacen las crías, se los puede observar durante todo el año (eso sí, siempre a lo lejos ya que están en la base del acantilado donde está el mirador). Esto es un poco decepcionante, más aún siendo que otros sectores de la costa argentina los tenés al lado tuyo.
Si a mitad de camino de ripio no salimos hacia la derecha a través de las matas, luego de pocos pasos aparecen montones de senderos marcados por la huella de las lluvias bajando hacia el mar, luego de unos 20 minutos caminado por esos senderos se llega a la orilla donde, si hay marea alta, las ballenas van a ser las primeras en saludar encontrándose a pocos pasos de la costa.
Una de las virtudes de esta zona es que los altos acantilados que ahora están a nuestras espaldas detienen al viento, dando una sensación de calma que no abunda en las playas de Pirámides.
En algún momento de la vida, alguien decidió que somos incapaces de caminar por acá sin estropear la naturaleza (salvo las grandes compañías laneras, ellas pueden hacer lo que se le cante en el área nacional protegida de la Península de Valdés) por lo que todo este camino que describo no está permitido, pero mientras no se acerquen demasiado a la zona de apareamiento de los lobos, no hay problema.
Caminando hacia la derecha, luego de sortear algunas bahías se puede ver todo el recorrido terrestre que une el resto de la península con el continente, a primera vista parece todo lo mismo, pero a medida que van pasando las pequeñas bahías el paisaje va cambiando, incluso en algunos cortes hay playas que llegan hasta el mar. Hacia la izquierda se llega hasta la misma lobería pero esta vez estamos bajo el mirador, por lo que los lobos están a no más de unos pasos nuestros. Antes de llegar ya se divisa uno que otro perdido (yo casi me choco uno por estar abriendo la boca).
Desde acá se puede ver al sol ponerse sobre Madryn pero cuidado con volver a oscuras, los senderos que regresan al pueblo son todos parecidos y si le erran (se escribe así?) terminan en el medio del campo, como a 5km de donde deberían ir (me pasó 2 veces).

Vista desde el mirador




Cara de qué lo qué mirás!
Los días propicios para nadar en Puerto Pirámides son contados (al menos para mí que no me va para nada meterme con el agua fría); por lo que en verano, cada día que hace calor hay que aprovechar para zambullirse un rato. En una de las puntas de la bahía, está el muelle desde donde se puede tirar al mar cuando hay marea alta, quedando el agua a uno o dos metros aproximadamente. Luego de algunos espectaculares saltos dignos de los mejores niveles de Celebrity Splash nos quedamos en la orilla a descansar.

Vista desde el muelle
Mientras estábamos parados, Fede (un compañero de trabajo) me señala unos lobos marinos a unos 15 mts desde la costa donde estábamos que se alejaban de a poco. Nos tiramos al agua y nadamos hacia ellos unos 30 mts hasta que me grita que venían hacia nosotros, lo veo meter la cabeza bajo el agua, hago lo mismo y veo una loba (calculamos, por el tamaño) que pasa por debajo de él para luego pasar por debajo mío y volver al grupo de lobos marinos, unos cuatro en total. Esto se repite algunas veces, mientras nos vamos alejando de la costa persiguiéndolos. Luego de un rato comenzamos a volver, viendo que era imposible acercarnos más, cuando la loba da una última pasada por debajo nuestro para luego emerger en frente mío y acercarse por debajo del agua al alcance de mi mano. Me sumerjo y quedamos frente a frente con el lobo, de unos 1,5mts que rotaba como si nada al frente mío mientras yo de pedo me mantenía a flote. El lobo se va, yo quedo cagadaso hasta las patas, tuve la sensación de que el bicho, si le pintaba hacía lo que quería conmigo ya que mis habilidades nadadoras no son nada grandes que digamos.
Bueno, nada, una experiencia medio curiosa, inesperada… Sobre la playa a veces se ven lobos grandes que quedan como varados cuando baja la marea, pero el verlos en el agua fue algo totalmente distinto.

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