La sucesión de acontecimientos fue bastante curiosa, nos queda un día antes de separarnos con mis amigos y decidimos ir hacia Bahía Concha otro sector del Parque Tayrona, esta vez más cerca de Santa Marta y con acceso de vehículos.
Tomamos un taxi hasta allí, el chofer nos deja en la playa luego de indicarnos lo peligroso de los lugares aledaños (contiguo a la ruta por la que fuimos se encuentra una de las zonas más precarias y con mayor tasa de robos del área).

El lugar es similar a las playas de días atrás; es el día de la madre por lo que no hay mucha gente, la mayoría lo pasa en familia.
Luego de pasar un día tranquilo, nos preparamos para partir, encontrándonos con que no hay vehículos que nos lleven de regreso. Teníamos entendido que a las 17 salía un bus, pero éste no estaba.
Sólo estaba una traffic presente que no dudó un segundo en levantarnos al ver la situación. Era de una empresa de turismo local con destino a Rodadero, una ciudad contigua a Santa Marta (donde estábamos hospedados).
 

Por momentos nos convertíamos en una atracción extra al recorrido de los demás turistas a la vez que intentábamos conocer más de la mano de quienes vivían allí toda su vida.

Entre charla y charla (los colombianos hablan muy rápido, a veces no entendemos lo que dicen) el guía nos ofrece dejarnos en Rodadero y, de paso, presentarnos su ciudad, la cual prometen es mucho más atractiva solo que recibe poca promoción de parte del gobierno para no bajar el turismo de Santa Marta. Inmediatamente se armo un clima de dejemos que fluya y aceptamos con gusto.


Además de contarnos mucho de la historia de Rodadero, algunos detalles de la ciudad, de Tayrona y de Santa Marta nos dieron la oportunidad de conocer el lugar al que de otra forma no habríamos ido. Rodadero es especial para visitar, la playa se encuentra con bastante gente pero no demasiada, a lo lejos se escucha algo de música, los vendedores están siempre presentes (de eso no nos salvamos). Frente a la playa, en las dos calles paralelas encontramos muchos negocios con artesanías, lugares para comer y hospedajes.
Por la noche la gente acostumbra sacar sus reposeras a la playa (iluminada y con música de fondo) y pasar la noche allí con familia o amigos. El ambiente general es ameno, invita a visitarlo.

 

Tal fue la impresión, que al día siguiente nos dirigimos nuevamente allí; lamentablemente no es muy conocido entre quienes visitan esta parte de Colombia, yo lo considero una parada más que interesante en todo itinerario.



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